El Efecto fotoeléctrico

En 1905 [1], Albert Einstein se preguntó cómo era posible que la luz, considerada una onda, pudiera interactuar con un átomo que existe solo en un punto. Einstein propuso una idea revolucionaria: la luz está formada en realidad por pequeños granos que llamó cuantos de luz, más tarde denominados fotones, y afirmó que, aunque en muchos aspectos se comporta como una onda, bajo otros se comporta como una partícula. En 1916, esta noción daría el impulso inicial a la mecánica cuántica.

El artículo se titula “Sobre un punto de vista heurístico relativo a la producción y transformación de la luz”. Es un título bastante sorprendente: el término “heurístico” no suele emplearse en el lenguaje científico. Es posible que Einstein lo utilizara porque la visión de Planck era todavía incompleta. Planck fue el primero en introducir la noción de cuanto, en 1900, para resolver el problema del cuerpo negro. Sin embargo, para Planck se trataba de un simple artificio matemático: cuando la luz y la materia intercambian energía, dicho intercambio se produce en paquetes de energía llamados cuantos. Ese paquete de energía es proporcional a la frecuencia de la luz, y la constante de proporcionalidad es la famosa constante de Planck. Einstein fue el primero en considerar que esta cuantización no era solo una propiedad de la interacción entre materia y luz, sino una característica intrínseca de la propia luz.

Contexto histórico

Los primeros estudios cuantitativos, es decir, verdaderamente científicos, sobre la luz comenzaron en el siglo XVII con Galileo, Huygens y Fermat, entre otros, quienes desempeñaron un papel fundamental. Entonces se enfrentaban dos tesis opuestas.

Huygens, figura dominante, sostenía que la luz estaba formada por ondas que se propagaban en un medio y que podían interferir entre sí; así explicaba las propiedades del paso de la luz de un medio transparente a otro. Newton, en cambio, consideraba que la luz estaba compuesta por partículas y que esos granos luminosos se propagaban en línea recta, desviándose al atravesar un nuevo medio.

Ambas teorías hacían predicciones contradictorias sobre la velocidad de la luz en un material. Con su hipótesis ondulatoria, Huygens afirmaba que la luz viaja más despacio en un medio material, como el agua, que en el aire. Newton predecía lo contrario: creía que la luz sería “atraída” por el medio y se movería allí con mayor rapidez. Los experimentos posteriores mostraron que Huygens tenía razón. A partir del siglo XVIII, y hasta Maxwell e incluso después, la tesis ondulatoria se impuso; su triunfo culminó con las ecuaciones de Maxwell, que demostraron que la luz es una onda electromagnética, combinación de un campo eléctrico y uno magnético que se propaga a la velocidad de la luz. Esta teoría predecía la existencia de “luces” invisibles, radiación infrarroja por un lado, ultravioleta por otro, y todos los descubrimientos de finales del siglo XIX consolidaron la idea de la luz como onda.

Einstein llegó a reconciliar a Newton y a Huygens, pero esa reconciliación abrió un abismo vertiginoso: la caja de Pandora de la física cuántica.

Descubrimiento del efecto fotoeléctrico

A mediados de la década de 1880, un joven profesor de Karlsruhe, Heinrich Hertz, animado por su antiguo director de tesis, Helmholtz, se propuso verificar la predicción de Maxwell de que las ondas electromagnéticas podían propagarse por el espacio.

En un laboratorio oscurecido construyó un oscilador: dos varillas metálicas rematadas por esferas, unidas a una bobina de Ruhmkorff. Cuando saltaba una chispa entre las esferas, las cargas oscilaban y emitían radiación. Para detectar esa radiación, Hertz empleaba un sencillo anillo de cobre abierto, terminado en una diminuta ranura llena de aire; cada vez que se producía la chispa principal aparecía una microchispa en el anillo, aun sin existir conexión eléctrica con la antena emisora, situada en el extremo opuesto de la sala. Con solo 31 años, Hertz se hizo célebre como descubridor de las ondas de radio.

En su primera serie de experimentos se topó con un fenómeno curioso. El emisor producía más luz que el anillo detector, y para ver mejor la descarga del anillo colocó un pequeño escudo que lo dejaba en penumbra. Aunque la luz, como onda, debería rodear el obstáculo, observó que el tamaño de la chispa disminuía. Incluso con una placa de vidrio delante del detector la chispa se hacía más pequeña. Sabiendo que, a diferencia del vidrio, el cuarzo transmite la luz ultravioleta, sustituyó el vidrio por una placa de cuarzo y la chispa recuperó su tamaño inicial. Aquella observación desconcertante llevó a su alumno Wilhelm Hallwachs a estudiar sistemáticamente el fenómeno.

Hoy sabemos que la UV tiene una longitud de onda tan pequeña que casi no se difracta en el obstáculo y viaja en línea recta; así, la onda de radio llega al anillo, pero la UV no. La UV, mediante efecto fotoeléctrico, expulsa electrones del metal y ioniza levemente el aire de la ranura, reduciendo la tensión necesaria para la microchispa. Sin UV, esa ionización falta y la chispa se debilita; con cuarzo, la UV pasa y la chispa mantiene su intensidad.

La observación de Hertz despertó el interés de muchos físicos. Philipp von Lenard profundizó en el efecto y, en 1902, descubrió que la intensidad de la luz solo cambia la cantidad de electrones emitidos, no su energía, y que las longitudes de onda más cortas producen electrones más energéticos. Aunque no estableció la relación exacta entre longitud de onda y energía, obtuvo el Nobel en 1905.

Einstein escribiría a Mileva, en mayo de ese mismo año, que se sintió “transportado de alegría” al leer un artículo de Lenard sobre el efecto fotoeléctrico.

El cuerpo negro

El artículo de Einstein apareció cinco años después del trabajo de Planck sobre el cuerpo negro. Si se introduce un trozo de hierro en el fuego, se vuelve rojo; Planck investigaba precisamente ese problema, pues, según la teoría de la época, un cuerpo caliente debería emitir principalmente en el ultravioleta, fuera cual fuese su temperatura. Por ejemplo, una taza de café debería emitir tanto UV que cada sorbo nos broncearía.

Planck, especialista en termodinámica que había realizado su tesis sobre el segundo principio, intentó describir el fenómeno asignando una entropía al propio campo de radiación. Tanteó qué factores intervenían, examinó la segunda derivada de la entropía respecto de la energía y su inversa, y estudió su comportamiento en los distintos dominios de longitud de onda. Además, adoptó algo que él mismo había criticado: la teoría estadística de Boltzmann, desarrollada para la cinética de gases. La aplicó a la radiación, describiendo así la entropía estadística del cuerpo negro. Con todo ello halló la condición matemática que explica dicha radiación: la energía debe estar cuantizada y presentarse como el producto de una constante, la hoy famosa constante de Planck, por la frecuencia.

Aceptación de la teoría

El cuanto de luz de Einstein fue recibido con desprecio por la comunidad científica. Max Planck, cuando propuso a Einstein como miembro de la Academia Prusiana de Ciencias en Berlín en 1913, consideró necesario defenderlo en su carta de recomendación escribiendo [2]:

Que [Einstein] se haya dejado llevar en ocasiones, por ejemplo en su hipótesis de los cuantos de luz, por sus especulaciones, no debería serle reprochado con demasiada severidad.

En su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1922, Niels Bohr, quien había desarrollado la primera teoría cuantificada del átomo, expresó su rechazo al concepto de cuanto de luz declarando [3]:

La hipótesis de los cuantos de luz… no es capaz de arrojar luz sobre la naturaleza de la radiación.

El físico de Chicago Robert Millikan no aceptaba la hipótesis del cuanto de luz de Einstein, que consideraba un ataque contra la teoría ondulatoria de la luz. Entre 1912 y 1915, Millikan concentró todos sus esfuerzos en medir el efecto fotoeléctrico. En 1915, tuvo que reconocer que había verificado exactamente la ecuación de Einstein. Publicó sus resultados en 1916, calificando la hipótesis de Einstein como [4]

Una hipótesis audaz, por no decir temeraria, de un corpúsculo electromagnético de luz con energía hν, que contradice hechos firmemente establecidos sobre la interferencia y que ahora ha sido bastante generalmente abandonada.

Así, aunque no logró refutar la ecuación de Einstein, Millikan logró medir la constante h con una precisión del 0,5 % respecto al valor propuesto por Planck. Su consuelo fue recibir, en 1923, el Premio Nobel por sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico y la determinación de la carga electrónica.

Incluso después de que Einstein recibiera el Premio Nobel en 1922, los físicos seguían sin aceptar su concepto de fotón; prácticamente solo su amigo Paul Ehrenfest lo apoyaba. Fue en ese momento cuando Arthur Compton inició sus investigaciones experimentales, primero en San Luis en 1920, y luego en Chicago en 1923, para estudiar el comportamiento peculiar de los rayos X al incidir sobre una lámina de aluminio.

Niels Bohr, recientemente galardonado con el Nobel por su teoría atómica, rechazó la explicación de Compton. Diseñó experimentos destinados a demostrar que el efecto Compton no era más que un promedio de muchas interacciones entre rayos X y electrones. Sin embargo, ya en 1925, varios experimentos demostraron de forma concluyente que la energía y la cantidad de movimiento se conservaban para cada pareja rayo X / electrón por separado. Al conocer estos resultados, Bohr escribió a un amigo [5]:

Parece… que no queda más que dar a nuestros esfuerzos… un funeral lo más honorable posible.

En 1926 se inventó el término fotón para designar al cuanto de luz. El experimento de Compton y la teoría que desarrolló para explicarlo aportaron un apoyo decisivo a la hipótesis del fotón de Einstein, que desde entonces fue generalmente aceptada. Einstein escribió a Ehrenfest [6]:

Nosotros dos nunca tuvimos dudas al respecto.

 


Bibliografía

[1] https://inters.org/files/einstein1905_photoeff.pdf
[2] https://arxiv.org/abs/physics/0512034
[3] https://www.nobelprize.org/prizes/physics/1922/bohr/lecture/ (p. 14)
[4] Millikan, R. (1950). The autobiography of Robert A Millikan. (p. 355)
[5] Bohr, N, Vol. 5. The emergence of quantum mechanics (p. 82)
[6] Martin J. Klein, The First Phase of the Bohr-Einstein Dialogue (p.35)

Coloquio en el IFIS: “60 años del Fondo Cósmico de Microondas”

El próximo miércoles 11 de junio, Cristóbal Sifón, académico del IFIS de nuestra universidad, dictará el coloquio “60 años del Fondo Cósmico de Microondas” a las 11:00 horas en la Sala 208 del Instituto de Física, Campus Curauma, PUCV.

Compartimos el resumen de la presentación:

El 13 de mayo de 1965 los ingenieros Arno Penzias y Robert Wilson publicaron en la revista The Astrophysical Journal un artículo humildemente titulado “Un exceso de temperatura de antena a 4080 Mc/s”.

En otro artículo publicado conjuntamente, un grupo de astrofísicos teóricos liderados por Robert Dicke describió ese “exceso de temperatura de antena” como nada menos que la radiación de fondo — la temperatura — del Universo, entregando evidencia directa en favor del modelo de Big Bang caliente en que el Universo comenzó en un estado mucho más denso y caliente que el que observamos hoy.

Experimentos modernos, algunos desde suelo chileno, han observado esta radiación con altísimo detalle y nos entregan información muy detallada sobre el contenido y la evolución del Universo.

En este coloquio revisaremos la historia de este descubrimiento, el pasado, presente y futuro del estudio del Universo a través de la radiación cósmica de fondo, y el rol de Chile en este camino.

Sobre el orador:

Cristóbal Sifón es profesor del IFIS de la PUCV. Obtuvo su doctorado en astrofísica en la Universidad de Leiden en 2016 y también ha sido investigador asociado postdoctoral en la Universidad de Princeton. Sus intereses de investigación incluyen el estudio de los cúmulos de galaxias y sus implicaciones para la cosmología.

Extendemos la invitación a la comunidad del Instituto de Física y público interesado a participar de este coloquio.

Créditos imagen: NASA.

Michèle Artigue y la Didáctica de las Ciencias

“La didáctica es específica de la disciplina. Cada disciplina tiene una epistemología y una naturaleza diferente. Los matemáticos puros interesados en la educación empezaron a hacer estudios epistemológicos del desarrollo de la matemática misma para decir que las matemáticas no se enseñan como se enseña literatura o biología.”

—— Reflexión sobre el trabajo pionero de Michèle Artigue

El Contexto Histórico

Michèle Artigue nació en 1946 en una pequeña aldea francesa, hija de una maestra de escuela elemental. Su brillante trayectoria académica la llevó desde el liceo rural, pedaleando diariamente seis kilómetros, hasta la prestigiosa École Normale Supérieure de Sèvres en París. Inicialmente formada como matemática pura en el campo de la lógica, Artigue se convirtió en una de las figuras más influyentes en la didáctica de las matemáticas.

Su transformación de matemática pura a investigadora en educación matemática ocurrió en 1970, cuando se unió al recién creado IREM de París bajo la dirección de André Revuz. Este instituto, surgido como consecuencia directa de los eventos de mayo de 1968 y las demandas de los “mathagrégibles”, representaba una nueva forma de abordar la educación matemática con rigor científico.

Artigue fue testigo y protagonista del nacimiento de la didáctica como disciplina científica autónoma, diferenciada tanto de la pedagogía general como de la matemática pura. Su trabajo pionero estableció las bases teóricas y metodológicas que transformarían la comprensión de cómo se enseñan y aprenden las ciencias.

La Revolución de los Años 60

El Nacimiento de la Didáctica

La didáctica de las matemáticas surgió en Francia durante los años 60, en pleno contexto de la carrera espacial hacia la luna. Los países buscaban acelerar su desarrollo científico y tecnológico, lo que llevó a la reforma de las matemáticas modernas a nivel mundial.

Esta reforma no fue solo un cambio curricular, sino el reconocimiento de que la educación matemática requería un enfoque científico específico, diferente de la pedagogía general y sustentado en:

  • El análisis epistemológico de la disciplina
  • La comprensión de los procesos cognitivos específicos
  • El desarrollo de metodologías de investigación propias
  • La colaboración entre matemáticos y educadores

En 1969 se crearon los primeros IREM (Institutos de Investigación sobre la Enseñanza de las Matemáticas) en Lyon, París y Estrasburgo. Estas instituciones, únicas en el mundo, establecieron el principio de colaboración entre matemáticos universitarios y profesores de secundaria, rompiendo jerarquías tradicionales en el espíritu de mayo del 68.

La Ingeniería Didáctica

Una metodología revolucionaria

Una de las contribuciones más significativas de Artigue fue el desarrollo de la ingeniería didáctica, metodología inspirada en el trabajo de los ingenieros que ella había observado durante su labor en la formación de ingenieros en matemáticas.

Esta metodología comprende cuatro fases fundamentales: el análisis a priori (que incluye la institución, el contenido y un análisis histórico-epistemológico), el diseño de actividades, la experimentación con estudiantes, y el análisis a posteriori que contrasta los resultados con las predicciones iniciales.

La ingeniería didáctica representó un salto cualitativo en la investigación educativa, proporcionando herramientas rigurosas para estudiar los fenómenos de enseñanza y aprendizaje en su complejidad natural, sin reducirlos a variables aisladas.

Epistemología vs Pedagogía

Artigue contribuyó decisivamente a establecer la distinción fundamental entre pedagogía y didáctica. Mientras la pedagogía agrupa a profesores de todas las disciplinas sin considerar las especificidades del contenido, la didáctica parte desde la disciplina misma, reconociendo que cada campo del conocimiento tiene su propia epistemología.

Los Pilares de la Didáctica Francesa

Sistémica: comprende la enseñanza como un sistema complejo donde estudiantes, profesores y conocimiento matemático interactúan.

Epistemológica: analiza la naturaleza y desarrollo histórico de los conceptos matemáticos para comprender los obstáculos de aprendizaje.

Contextual: considera que el aprendizaje es un proceso social que combina adaptación y aculturación.

Experimental: desarrolla investigación empírica manteniendo la complejidad del aula como centro del trabajo experimental.

El Desafío Interdisciplinario

El trabajo de Artigue ilumina los desafíos actuales de la educación interdisciplinaria. Su colaboración con físicos como Laurence Viennot y Edith Saltiel en el proyecto experimental de matemáticas-física en la Universidad París 7 reveló tanto las posibilidades como las dificultades de integrar disciplinas.

La experiencia demostró que la interdisciplinariedad exitosa requiere que cada disciplina mantenga su rigor epistemológico. Como señaló Artigue, el único obstáculo insuperable que enfrentaron fue precisamente en el tema de diferenciales, donde matemáticos y físicos no lograron acordar una perspectiva común.

Esta tensión fundamental entre la especificidad disciplinaria y la integración interdisciplinaria permanece como uno de los grandes desafíos de la educación científica contemporánea.

Tecnología y Educación

Artigue fue pionera en el uso educativo de la tecnología, desarrollando el enfoque instrumental que reconoce la complejidad de transformar artefactos digitales en instrumentos matemáticos. Su trabajo con sistemas de álgebra computacional (CAS) en los años 90 demostró que la tecnología no elimina el trabajo técnico, sino que lo transforma, manteniendo la relación dialéctica esencial entre técnicas y conceptos.

Sus investigaciones revelaron que el discurso simplista sobre la tecnología educativa subestimaba los procesos de génesis instrumental necesarios para que estudiantes y profesores desarrollen competencias genuinas con herramientas digitales. Este enfoque influyó decisivamente en las políticas educativas francesas y internacionales sobre integración tecnológica.

Legado y Perspectivas

El impacto de Michèle Artigue trasciende las fronteras de Francia y las matemáticas. Como presidenta de la Comisión Internacional de Instrucción Matemática (ICMI) desde 2007 hasta 2010, promovió el reconocimiento internacional de la didáctica como campo científico maduro, estableciendo los premios Felix Klein y Hans Freudenthal para honrar la excelencia en investigación educativa.

Su visión sistémica, su rigor metodológico y su compromiso con la mejora de la educación matemática inspiraron el desarrollo de didácticas específicas en física, química y biología. En Chile, investigadores como Claudia Reyes continúan esta tradición, adaptando los marcos teóricos de Artigue a los desafíos locales de la educación científica.

La obra de Artigue demuestra que la educación científica de calidad requiere tanto dominio disciplinario como comprensión profunda de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Su legado nos recuerda que la interdisciplinariedad efectiva no surge de diluir las disciplinas, sino de comprender y respetar sus especificidades epistemológicas mientras se construyen puentes entre ellas.

Referencias

  1. Artigue, M. (1991). “Épistémologie et didactique”. Recherches en Didactique des Mathématiques, 10(2-3), 241-286. Disponible en línea
  2. Artigue, M. (2002). “Learning mathematics in a CAS environment: the genesis of a reflection about instrumentation and the dialectics between technical and conceptual work”. International Journal of Computers for Mathematical Learning, 7(3), 245-274. DOI: 10.1023/A:1022103903080
  3. Artigue, M. (2020). “Didactic engineering in mathematics education”. En S. Lerman (Ed.), Encyclopedia of Mathematics Education. Springer. DOI: 10.1007/978-3-030-15789-0_44
  4. Brousseau, G. (1997). Theory of didactical situations in mathematics. Kluwer Academic Publishers
  5. Chevallard, Y. (1985). La transposition didactique. La Pensée Sauvage
  6. Karp, A. (Ed.) (2015). “Interview with Michèle Artigue”. En Leaders in Mathematics Education: Experience and Vision. Sense Publishers
  7. Menghini, M., Furinghetti, F., Giacardi, L., & Arzarello, F. (Eds.) (2009). The First Century of the International Commission on Mathematical Instruction (1908-2008). Roma: Istituto della enciclopedia Italiana. PDF disponible
  8. Artigue, M. (2009). “ICMI: A century at the interface between mathematics and mathematics education”. En el libro anterior, pp. 185-198

Este podcast fue apoyado en parte por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), Chile (ANILLO ATE220022; ALMA 31220004; FONDECYT 1211848) y Proyecto DGVM 3054 (PUCV).

1905: Annus mirabilis de Einstein

Fotografía tomada por su amigo, Lucien Chavan, en 1905.

 

Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en Ulm, en el Reino de Wurtemberg. Su padre, Hermann, era comerciante de equipos eléctricos; su madre, Pauline, pianista, fomentó su amor de por vida por la música. Cuando Albert tenía un año, la familia se mudó a Múnich, donde Hermann y su hermano fundaron una empresa, efímera, que instalaba iluminación por corriente continua. En 1888 Albert ingresó en el Luitpold-Gymnasium, regido por católicos: destacó en matemáticas, pero detestaba el aprendizaje mecánico y la disciplina prusiana. A finales de 1894 el negocio familiar quebró y los Einstein se trasladaron a Milán y Pavía; Albert, dejado atrás para acabar el curso, abandonó la escuela a los quince años sin diploma, se reunió con sus padres en Italia y se preparó por su cuenta para la universidad.

Para retomar una educación formal se matriculó en 1895 en la escuela cantonal de Aarau (Suiza). El ambiente liberal le favoreció; ese año concibió el famoso experimento mental de perseguir un rayo de luz. En enero de 1896 renunció a la ciudadanía de Wurtemberg para evitar el servicio militar y, pocos meses después, ingresó en el Politécnico de Zúrich (hoy ETH Zürich). Allí estudió en la sección de formación de profesores de matemáticas y física, discutiendo vivazmente con su compañera serbia Mileva Marić. Obtuvo las máximas notas en física pero medias en otras asignaturas y se graduó en julio de 1900 sin perspectivas laborales inmediatas. En 1901 adquirió la ciudadanía suiza.

Tras un año infructuoso de suplencias y cartas insistentes a profesores en busca de recomendaciones, Einstein consiguió, gracias al padre de un amigo, un puesto júnior (Experto Técnico de tercera clase) en la Oficina Federal de Patentes de Berna, donde empezó a trabajar el 23 de junio de 1902. El empleo, poco exigente pero estable (examinar patentes eléctricas), le dejaba las tardes libres para la física teórica.

Como funcionario federal suizo cumplía unas ocho horas diarias, seis días a la semana, y bromeaba diciendo que eso le dejaba “ocho horas de diversión al día, y además está el domingo”. Los expedientes de patentes eran repetitivos, pero le permitían soñar ecuaciones mientras pagaban los gastos de vida.

Vivía con frugalidad, sostenía económicamente a su madre y a su hermana, y en 1902 tuvo una hija extramatrimonial, Lieserl, con Mileva; la niña desaparece de los registros, probablemente dada en adopción. Einstein y Mileva se casaron el 6 de enero de 1903; les siguieron los hijos Hans Albert (n. 1904) y Eduard (n. 1910).

En Berna Einstein formó la “Academia Olympia”, un club de discusión de tres miembros con el matemático-filósofo Maurice Solovine y el ingeniero Conrad Habicht; leían a Poincaré, Mach, Hume, Helmholtz y Boltzmann. Aquellas charlas afilaron su crítica del espacio y el tiempo absolutos y afianzaron su pensamiento estadístico. En 1905, trabajando en un pequeño apartamento de la Kramgasse y garabateando en papel de la oficina de patentes durante los descansos, produjo cuatro artículos revolucionarios para Annalen der Physik:

  1. sobre el efecto fotoeléctrico (enviado el 18 de marzo), donde introdujo los cuantos de luz;

  2. sobre el movimiento browniano (11 de mayo), que ofreció la primera vía empírica al número de Avogadro;

  3. Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento (30 de junio), con la que forjó la relatividad especial;

  4. y una nota de tres páginas, ¿Depende la inercia de un cuerpo de su contenido energético? (27 de septiembre), en la que obtuvo E=mc².

Al terminar el año, aquel joven de 26 años seguía siendo un funcionario oscuro, con un sueldo anual de 3 500 francos, pero la física moderna había quedado irreversiblemente transformada.

Durante los próximos días repasaremos estos cuatro artículos para comprender mejor la importancia de este año milagroso.